diseñOrnitocrático
Colapsos Galopantes Progresivos
Mire hondo, respire pal frente.

martes, junio 28, 2005
largo día...

4.45 a.m.
Debido que el padre de alcachofa debe tomar un vuelo, él y su madre se pegan un madrugón; despertándome de paso. Trato de retomar el sueño, que se vio bruscamente interrumpido por el cierre chirriante de la puerta de mi pieza (acción que, estoy segura, fue hecha con la mejor de las intenciones), me resulta imposible ya que los remordimientos empiezan a atacar mi conciencia. Odiándome por mi cabeza de pollo, prendo la luz y me pongo ha hacer la tarea de biología que, después de todo un fin de semana largo, vine a recordar en ese momento. Apago la luz a las 5,15; Dios!, ojalá no tuviera que ir al colegio.

6.15 a.m.
Luego de pasar una hora sin conciliar realmente el sueño suena el despertador, irónico, como siempre: ¡despierta, mierda!, como si tuvieses la suerte de estar durmiendo y no sufrir del mal de que si te despiertas de madrugada, ya nunca más dormiste.

6.25 a.m.
Luego de un frugal desayuno, entro al baño y choco con la triste realidad: una fuente llena de agua tibia coronada por un jarrito. Racconto instantáneo...

ayer, 8. 05 p.m.
Voy llegando a mi casa, el micrero toma la amable decisión de no dejarme en la esquina habitual, que está convertida en una especie de cascada, y me deja al frente. Cometo un craso error de cálculo al tratar de cruzar la calle y unos de mis pies penetra de lleno en el torrente de agua. Cuando llego a mi calle ya no soporto el asombro, pues ésta se ha convertido en un verdadero río caudaloso. Extraño, pienso, de cuándo que la lluvia provoca esto; la realidad es que nunca lo había causado, y esta vez no era la excepción. Sigo caminando y me encuentro con un hoyo gigante en la vereda que escupe agua en una absurda (y más cochina) imitación de un géiser. Tratando de saltar hacia el otro lado y empapo cualquier parte de mis pies que hasta el momento haya soportado seca.

Al parecer nadie se había percatado de la considerable baja de presión de todas las llaves de agua o del torrente de agua que avanzaba ya dos calles más abajo. Así junto a mi madre, dimos aviso a la autoridad.
Con autoridad me refiero a un viejo sospechoso que le dicen "el zorro" y que, luego de consultar con su superior, cortó indefinidamente el agua para todo el barrio.

hoy, 6.30 a.m.
Trato de lavarme "por presa" dándome cuenta que este día va a ser incluso peor de lo que pensaba. Para mí es un Deber poderoso ducharme todas las mañanas, más que por una cosa de higiene, porque es la única forma que tengo de despertar realmente. Así que el resto del día lo viví el la, ya tan conocida para mí, semi-inconsciencia.
Sigo pensando por qué diablos no tengo el valor de pedirle a mi madre que me deje faltar al colegio.

7.01 a.m.
Camino por la calle ya-no-inundada y llego, para variar, corriendo a la micro. Miro alrededor y me sorprendo de la ausencia de escolares. Claro, pienso, a todos los malditos flojos los dejaron faltar porque no tenían agua pa' bañarse.

7.24 a.m.
La micro llega sorprendentemente rápido al metro, la congestión habitual ha sido reemplazada por un agradable camino despejado. Bajo las escaleras, miro la estación y empiezo a sospechar lo que luego confirmé en una interesante conversación con uno de los guardias amarillos. "No señorita, si hoy día no hay clases, ¿no ve que no hay ningún otro escolar?" Era cierto, como más tarde le dije a mi mamá, no había ningún puto escolar.
Camino en el sentido contrario del que entré y subo la escalera, espero la misma micro que ser dará la vuelta y me llevará de regreso a casa.
Moraleja: NUNCA dejes tu hogar sin prender aunque sea por 2 segundos la TV.

7.31 a.m.
Subo a la micro, discuto brevemente con el conductor (que me había visto bajarme hacía menos de 10 minutos) que trata de cobrarme pasaje adulto. Nos enojamos, pero me devuelve la plata.

8. 00 a.m.
A la hora a la que usualmente estoy ingresando al colegio, saco las llaves y entro a mi casa. "¡Llegué!". Me pongo pijama y me acuesto, para terminar un día que ya se me estaba haciendo demasiado largo.
emanado por Javiera Pumarino a las 21:35 hrs     14 comentarios

lunes, junio 27, 2005
Tendencia a Caerme

El año pasado, junto a Lane, nos metimos a basketball en el colegio. Se comprenderá que para dos personas que no han practicado ese deporte nunca en su vida y que no superan el metro sesenta, la idea era bastante absurda. Pero salimos adelante; nunca llegamos a destacarnos realmente, nunca nos llamaron a algún partido oficial, nunca logramos que las más chicas nos respetaran, ni tampoco que nos dejaran de elegir últimas para todos los equipos; pero al menos mejoramos nuestra técnica de juego y la profesora se aprendió nuestros nombres.

Es por eso que este año, cuando mi lado artístico me llevó por otros rumbos, he disfrutado tanto los partidos de basketball que hemos jugado en clases de gimnasia con el curso. Nuestro equipo lo formamos, entre otras, Lane, Nereid y yo, y nos dedicamos a colapsar de lo lindo, riéndonos constantemente, en especial en esas jugadas maestras cuando alguna se detiene con cara de despiste y pregunta: “¿para que lado metemos?”.

Se preguntará que tiene que ver todo esto con el título de mi post. Bueno, el miércoles estaba jugando mi mejor partido de la temporada. Había superado mi marca habitual (es decir, había metido más de un punto) e iba por otro más. La jugada era perfecta; lo único que tenía que hacer era darme vuelta, correr y lanzar; ya que había recibido un pase increíble y mi camino estaba despejado. Así que lo hice o, mejor dicho, traté de hacerlo. Recuerdo que di vuelta la cabeza, porque vi el aro contrario, pero los pies… no estoy tan segura. Lo que sí sé es que, de alguna forma, me hice una maravillosa auto-zancadilla, y volé, caí al suelo y solté la pelota que rodó como diez metros. Risas (de mis compañeras y sobretodo mías).

El principal problema es que esto no sorprendió a nadie. Sólo fue una confirmación de lo que ya todas las personas que me conocen medianamente bien saben: tiendo a caerme.


Me tropiezo con elementos grandes o pequeños, vivos o inertes; me resbalo, me tuerzo algún pie o me caigo espontáneamente. Me caigo parada, caminando, acostada o sentada (clásicas caídas a la mitad de alguna clase). Me caigo en situaciones importantes o sin relevancia; en público o en privado. Me he caído en todas partes: en la cancha, la sala, el pasillo, la cocina, la pieza, el baño, el comedor, la escalera, el escritorio, el patio, la piscina, la baldosa, la alfombra, el parquet, el concreto, el pasto, las piedras, el río, el mar, la playa, el campamento, la casa, el colegio, el mall, la micro, el bus, la calle y el metro.

Suelo andar cubierta de moretones, rasmillones y heridas de toda clase. Pero he desarrollado una especie de bestialidad que, aunque no me impide sentir el dolor, me permite no darle importancia. Quizás es por eso que me pasa tan seguido: porque me da exactamente lo mismo.

Lo bueno es que casi nunca me ha pasado algo de real gravedad. Digo casi porque hace 6 años mi problema tuvo consecuencias mayores. Recuerdo bien el accidente (más que por su gravedad, por su simpleza): estaba sentada en mi cama, me paré, caminé dos pasos, me torcí el pie sin motivo alguno, me caí y ¡Listo! esguince instantáneo, posterior yeso y recuperación de dos semanas.
OK, lo admito, el hecho de que tanta caída me dé lo mismo es un efecto, una consecuencia de tanta caída. La causa es nada más que soy extremadamente Torpe.
emanado por Javiera Pumarino a las 09:31 hrs     5 comentarios

domingo, junio 19, 2005
Tendencia a Perderme

Como dije alguna vez, vivo en las afueras de Santiago, lo que me ha significado acostumbrarme a los tiempos de traslado excesivamente largos, las ingeniosas estrategias de transporte (que incluyen la dependencia de hermanos, amigas, etc.) y la inevitable desorientación en cualquier lugar que no sea el camino recto que sigo del colegio a mi casa. Eso, mezclado con mi creciente desconcentración y mi inestable memoria me convierten en una persona que llega a peligrosos estados de desubicación (siendo siempre yo la única perjudicada).

¿Algún ejemplo? (de mi estupidez llevada a un grado insólito)
Año 2003, primer viaje en micro.

La idea era simple. Yo caminaba derecho por una calle, cruzaba otra calle más grande y tomaba la micro cuyo número llevaba anotado.



Sin haber tenido que esperar ni un minuto divisé la micro que me servía y me subí con emoción. Todo estaría muy bien, si no tomáramos en cuenta que tanta emoción no me permitió darme cuenta que no había alcanzado a cruzar la gran calle.




Así avancé, avancé y avancé... en dirección opuesta. De pronto me di cuenta que algo estaba fallando. Supuestamente la micro seguía derecho y yo llegaba al metro. Pero por algún motivo estábamos doblando.



Consulté a una amable señora sobre la situación y mis más oscuras sospechas se confirmaron. Me estaba yendo para el otro lado. "Cruce la calle y tome otra micro" me dijo la señora. Así lo hice, crucé esperé y subí. Ahora sí, bien encaminada.

Todo bien, ¿todo bien? Sí, si obviamos el hecho de que al rato de haberme subido me di cuenta que seguía avanzando en la dirección incorrecta. Sólo para asegurarme lo consulté con otra amable señora, quien, nuevamente, confirmó mis horribles sospechas. "¡¿De nuevo?!" exclamé deseperada (confirmando SU sospecha sobre mi posible retardo).
Pero, ¿cómo era posible? "Cruce la calle y tome otra micro".
Así me di cuenta. Es probable que la demostración gráfica sea suficiente para entender el nivel de idiotez al que llegué, así que sin más explicaciones:

Lo que debería haber hecho


Lo que hice.


Después crucé finalmente la calle y me aseguré de pisar la vereda que todavía no había alcanzado. Tomé otra micro, consultando previamente con más de una bondadosa señora sobre su destino.

Como siempre trato de sacar lo bueno de todo, esto de la desorientación tiene un punto positivo: "jugar a perderse", como le digo yo. Es una técnica turística que consiste en caminar sin un rumbo ni una idea de destino por un buen rato, siguiendo únicamente el instinto. La mayoría de las veces me ha aportado los lugares, y las anécdotas más interesantes.
Ahora, ¿quién se anima a dar un paseíto conmigo?


emanado por Javiera Pumarino a las 20:27 hrs     6 comentarios

El Polololo

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Manada

U

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