Porque me di cuenta que era mucho lo que no era capaz de dar a entender.
En realidad, era simple… debo empezar recordando. Recordando y explicando.
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Dos años atrás venía llegando de Brasil.
Un año atrás venía llegando de Viña del Mar.
Pero Viña había sido como Brasil y Brasil como Viña. La libertad y la aventura se habían logrado combinar en un mismo lugar. Y no en el que usted está pensando.
Pero quizás estaba yendo demasiado atrás.
Siete meses atrás venía llegando de Puerto Montt. Un año y siete meses atrás también venía llegando de Puerto Montt (y de Puerto Varas).
Dos historias semejantes en ubicación temporal y espacial, pero diferentes: una había existido y la otra no; una debería haber existido y la otra no.
Pero quizás debía empezar desde más atrás.
Cuatro años y medio atrás.
Un año y medio atrás.
(Entre medio, nada).
Un par de errores que no alcanzan ni a ser historias inconclusas, con suerte se les puede considerar como eventos.
Así, mirándose desde el inicio, todo tomaba el peso de ser la historia de su vida, siendo todo, al mismo tiempo, totalmente irrelevante.
Cinco meses atrás optaba concientemente por ser parte de algo más grande que ella misma, algo que pertenecía a otros, pero que desde el comienzo deseó desesperadamente hacer propio. Y cayó sin control en una aventura que no habría imaginado ni medio, ni uno, ni dos, ni dieciocho años atrás. Y soñó y trabajó, atreviéndose a dejar de imponerse límites.
Lo más sorprendente de todo es que ni siquiera en ese momento imaginó que había aún más.
Hace un poco más de dos meses atrás, comenzó a subir inocente y tímidamente el primer peldaño de una escalera de altura insospechada. Subía porque esta era la real aventura para ella (para él y para ella).
Esta vez la escalera la subía de a dos. Él subía para ella y ella subía para él.
Al principio creyó que existían límites; error de inexperta, del que ahora no sabía si arrepentirse. Ahora se daba cuenta que no, que de esta escalera no podría (ni tampoco quería) bajarse.
Aunque tenía miedo (miedo, pues las aventuras y las escaleras eran por definición imprevisibles; en especial éstas), era feliz.
Al fin, había dejado de tenerle miedo a ser feliz. Al fin tenía por quien y para quien ser feliz. Y eso era, en definitiva, lo que importaba.
Porque hacía tiempo que esto era para ti, pero irónicamente eras tú el que no estaba entendiendo. Aquí te la dejo, ésta es mi (compleja-incoherente-inconexa) explicación.