“Hace casi diez años ingresé al movimiento Scout. Jamás imaginé que la entrada al grupo fuese a provocar algún cambio en mi persona; estaba sólo buscando un poco de entretención, un lugar donde pudiese aportar a la ecología y conocer, quizás, algunas personas nuevas.
En todo el tiempo que ha pasado he ido a más de veinte campamentos. Podría hacer una lista de todos ellos y recordar de cada uno los momentos especiales, las anécdotas divertidas y los instantes emocionales. Podría buscar entre mis fotos y encontrar la primera que saqué alguna vez, recordar la época de las cámaras desechables y las caras de las niñas que se fueron haciendo mujeres junto a mí en el camino.
Pertenecer al Grupo Andalicán me ha significado muchas cosas, como dormirse a la intemperie mirando las estrellas, esperando la salida de la luna o del sol; bailar y cantar por horas alrededor del fuego, sacando fuerzas de esa energía que nos nace de nuestro misterioso interior, riéndose de nada más que de la alegría de compartir el momento juntas; conversar con personas que tienen cuatro años más o menos que yo y olvidar completamente las diferencias; jugar a la mímica y a la pieza oscura entre personas que rozan la mayoría de edad y disfrutarlo como si fuese hace diez años; llorar en el momento de dejar atrás una etapa y volver la cara hacia los nuevos pasos que se nos venían adelante; y despertar cada mañana con un “Buen día”, convirtiendo cada momento en uno especial, disfrutar de las acciones más simples, desde bañarse en un río congelado hasta cocinar un arroz muy lejano a ser suculento.
La mujer que soy ahora es un producto de todas esas experiencias; hace tiempo me comprometí a “ser siempre mejor” y todavía me propongo lograrlo. Comprendí que el verdadero valor se encuentra en las relaciones que uno es capaz de forjar con las otras personas y que sólo si era capaz de aceptarme y expresarme como quien realmente soy, es posible entender al resto, hacerlos y hacerme parte de su vida.
Scout es más, incluso, que una forma de ver el mundo. Es una forma de transformarlo, de trabajar por los ideales en los que todos creemos. Para mí significa aprender y seguir aprendiendo. La enseñaza que vivo hoy día, es aprender a traspasar a otro eso que me fue entregado. Es aprender a darse plenamente a los demás, porque en eso se basa nuestra construcción de un mejor mundo: en la capacidad de dejar de pensar en uno mismo y hacerlo en un “nosotros”.”
Diciembre 2005, Revista del Colegio U.I.
Pensaba que ahora que acabo de volver de mi primer campamento como jefa tenía muchas cosas nuevas que decir. Resulta que ya las había pensado y expresado casi todas, pero en este último semestre se me estaban olvidando muchas.
Si el agotamiento que me atacó durante los últimos cinco días me hizo pensar en algún momento que la experiencia que estaba viviendo la recordaría más tarde como una poco grata, ahora me doy cuenta que, además de ser todo lo contrario, da exactamente lo mismo. Lo realmente importante es que luego de pasar seis meses trabajando a ciegas, al fin ahora veo hacia dónde enfocar mis esfuerzos, qué es lo que puedo entregar y qué es lo que necesita de mí este Grupo Scout que me lleva recibiendo por ya, diez años.
pd. Clau (y, quizás, Ale): personalmente creo que me faltó decirte que lo que más siento es pena, que realmente nos imaginaba en unos años más a las cinco a la cabeza del grupo y que te voy a extrañar más que la cresta.